27/4/11

Echale la culpa a la espera

Las salas de espera tienen ese nosequé.  O quizás debiera llamarlo un sisequé.  Las detesto.  Y no se trata de detestar esperar per se.  Afuera analistas, no los necesitamos por estos lares.  O quizás los necesito más que nadie en el mundo, pero sencillamente no los utilizaré, al menos por ahora.
Puedo esperar, no es ese el asunto.
De hecho soy una persona esperanzada y esperanzante.

Hace cinco años mientras esperaba por unas drogas para mi Viejo, y no de las copadas precisamente, en el Banco de Drogas y sentada en un banco, tejía para Ella, la Bella, la única, Wendy, mi beautiful sobrina.

Hoy mientras esperaba por el control con el pediatra, tejía, y tejo, y tejeré, para El, el Bello, el único, mi precioso hijo Oliverio.

Mientras tanto, él dormía.  Y duerme ahora.  Y dormirá.  Con total tranquilidad y la absoluta certeza, que al menos, y que no es poco, nunca le faltará calor en su cuerpo.