22/4/10

Echale la culpa a la modernidad

Llegue a su casa reventada de un arduo día de trabajo.  No mire el tender que está en el comedor desde el sábado.  No mire las telas de arañas de abajo de los sillones. Salude a su perro. Sáquese la ropa de laburo y póngase ropa de civil: el pijama.  Caliéntese un café. Préndase un pucho. Pero por sobre todas las cosas, recuerde que prometió hacer unas empanadas.

Mientras putea a la primer pelotuda que un día se levantó inspirada y dijo "Yo también quiero laburar, yo también quiero experimentar eso de el trabajo es dignidad, yo también quiero levantarme a las 7 de la mañana y volver a casa a las 7 de la tarde" .  Dijo esas y otras tantas boludeces más, sólo que olvidó el pequeñísimo detalle de pensar que además de encontrar la libertad económica, seguiría esclavizada a "las cosas de la casa".

Si, el párrafo anterior comenzó con un mientras. 
Mientras putea, saque las tapas de empanada de la heladera. 
Ya que está ahí parada, agarre un paquete de salchichas, queso blanco, mostaza, salsa barbacoa, huevos y queso rayado.
Camino a la cocina, ¿pero cómo? ¿si estaba parada frente a la heladera?  ¿a dónde tiene usté la heladera?
En el comedor.  En la cocina tengo otra heladera, des-en-chu-fa-da, que sirve de alacena y todas las personas que ingresan al domicilio intentan cerrar y cuando les explico que es una alacena entonan algo parecido a "Sólo a vos se te ocurre..." ¿Tan raro es usar una heladera de alacena?  ¿A quién le hago daño?  ¿Estoy violando el tratado de algún río en litigio?
¿Maté a un anciano?
Camino a la cocina, agarre dos latas de choclo.
Recoja todo lo que se le fue cayendo camino a la cocina.

Abra las latas de choclo, métalas en una ensaladera, agréguele sal, nuez moscada, pimentón, salsa barbacoa, queso blanco, un huevo y queso rayado.  Mezcle todo con una cuchara. Déjelo ahí un toque.

Corte las salchichas en pedacitos así, como el tamaño del dedo gordo, bueno, de mi dedo gordo. Vaya metiéndolas en otra ensaladera.  Tírele bastante mostaza.  O demasiado,  sólo porque quería terminar el envase.  Métale queso blanco.  Agarre la cuchara que había usado antes, no la lave, simplemente límpiela un poco con un susex y mezcle.

Arme canastitas con las tapas de empanadas.  Vaya llenándolas con esas cosas extrañas que están reposando en la mesa.

Visto y considerando que no tiene la más puta idea de cómo calcular rellenos con tapas de empanadas y le sobraron un montón de tapas, vuelva a la heladera y agarre manteca.  Úntele un poco de manteca a cada tapa y póngale un poco de queso rayado.  Chedar de la Serenísima.  No entiendo que hacía antes del queso en hebras de la Serenísima.  Haga rollitos.

Vaya metiendo las cosas en el horno.  Reciba a su marido con una cerveza bien helada y los bastoncitos de queso calentitos.  Termine de tomarse la birra en el comedor mientras escribe ésto y escuche a su marido mientras le relata las ofertas de minicuotas Ribeiro.

Salú.