Dios no ha muerto.
El blog ha muerto.
Tampoco podría ponerme a dudar ahora de la muerte o no muerte de Dios.
El blog ha muerto.
El hombre ha matado al blog.
O la mujer, para ser más exactos.
O sea, yo.
Adiós A lunares, el placer ha sigo todo mío por supuesto, como las medias Silvana.
Fui, soy y seré el mochuelo de Minerva.
Por eso vuelvo ahí a dónde soy.
2/8/11
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