Hubo un tiempo en el que nací.
Por aquellos tiempos, mi hermano contaba apenas con un año y pico de Vida. Poco. Aunque no para él, claro, porque era toda su Vida. Y durante toda esa "su Vida", había sido el amo y señor del Universo, o al menos del suyo.
Imagino que no le agradó demasiado que aparezca otro planeta con la intención de compartir su señorío. Imagino también que los ¿adultos? serviles trataban de proteger mi aún más corta Vida.
Mi abuelo me atajó en el aire cuando mi hermano, sin querer, volteó el moisés. Varias veces.
Imagino que mi hermano descubrió que no iba a ser tan fácil deshacerse de "la nena". Y se enojó. Como no podía matarme sin dejar evidencias, comenzó a morder a todas las nenas que se cruzaban por su camino. A todas. Y tenía varias. Por esa época vivíamos en un departamento en las Torres de Temperley. Muchas, pero muchas, potenciales y actualizadas víctimas encontraba en los pasillos, en el ascensor, en la plaza de la estación. Se hizo famoso entre las nenas Vecinas como "el nene que morde".
Nenes que muerden abundan.
A veces te atacan por sorpresa. Y sólo queda llorar, gritar y decirle a tu mamá.
Pero si ponemos el dedo, ese es otro cantar.
19/11/09
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Su hermano quería ser hijo único y no pudo.
ResponderEliminarA mi me dieron un changüi de diez años para desarrollar ese sentimiento.
Me salvé de las mordidas.
si mi hermana solamente me mordiera el dedito, o me hubiera tirado del moises un par de veces, yo correría con mucha ventaja en la vida: hubiera crecido al amparo de un hermano mayor, y no a la constante defensiva.
ResponderEliminarseguramente el tipo de hermano mayor que tuve (o el que no tuve) constituye una de las razones importantes por la cual suelo mirar al sudeste, desde mucho antes de viajar al sudeste
Es cierto.
ResponderEliminarQué tema los hermanos, no?
Son realmente esenciales y definitorios en lo que somos.
Soy la menor de dos hermanos varones que adoro hinchas de RACING, los dos, para más datos, uno me lleva 9 años y el otro 7, desde que tengo uso de razón siempre fui la caprichosa mimada, hasta el día de la fecha... pero se cuenta en la familia que varias veces mi madre y mi padre me tuvieron que salvar de las garras de los dos que cuando bebé les gustaba hacer experimentos conmigo, como introducirme un fósforo en la oreja, cortarme los rulos, jajaja... menos mal que no recuerdo eso, parece que ligaron bastante, pero al año cuando empecé a caminar y hablar tan graciosamente, y después cuando empecé a jugar a la pelota con ellos, ya nos hicimos carne y uña, jajaja...
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