La primera en descubrirlo fue una de las pocas viejas chupacirios que quedan vivas. ¿Quién sino va a andar madrugando? En un pueblo de clase medioalta mediomedio mediotibia medioboba, nadie que se precie de ser todas esas mediades, tiene necesidad de trabajar. O si lo hacen, no tienen necesidad de madrugar. Vacaciones escolares, negocio redondo para ni siquiera tengan que levantarse al alba para depositar a las ladillas en los criaderos de animales en cautiverio que todavía siguen llamando Colegios.
Sólo viejas madrugonas a la vista.
Cuando Teresa, al tiempo que se persignaba para entrar a San Gabriel a misa de siete, levantó la cabeza y dirigió sus ojos al Almirante que custodiaba la plaza, lo vió.
Estaba ahí, quieto, al ladito del Almirante, echado como perro al sol.
Un dinosaurio.
Vivo.
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Siempre supe que Susana era una visionaria. Es más, ella misma es un dinosaurio idem...
ResponderEliminarPobre Susana...
ResponderEliminarjajajajaj
ResponderEliminarim back!
I know!
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