29/12/09
23/12/09
Echale la culpa a Adrogué
Bares, bancos, peluquerías, Colegios Bilingües y geriátricos.
Ese es mi pueblo.
Ese es mi pueblo.
21/12/09
Echale la culpa a las Fiestas. Así, con mayúscula
Si todos los deseos que me han dirigido (de felicidad, felicidades, feliz navidad, feliz año nuevo y felices vacaciones), fueran todos, toditos, todísimos, genuinos, sería increíble el cúmulo de Bien que me han deseado los últimos días.
Si fueran genuinos, claro. La mayoría de esos buenos deseos se tiran al aire como si nada.
Ya saben.
Por eso creo en la Navidad.
Por esos pocos, o muchos, bien intencionados que desean el Bien.
¿Qué no hay que esperar a la Navidad para desearlo?
Pero claro, hombre. Pero justamente para esa época es que todo el mundo anda vomitando buenos augurios.
Ese es el milagro.
Si fueran genuinos, claro. La mayoría de esos buenos deseos se tiran al aire como si nada.
Ya saben.
Por eso creo en la Navidad.
Por esos pocos, o muchos, bien intencionados que desean el Bien.
¿Qué no hay que esperar a la Navidad para desearlo?
Pero claro, hombre. Pero justamente para esa época es que todo el mundo anda vomitando buenos augurios.
Ese es el milagro.
17/12/09
Echale la culpa a la seguridad
La gente se ofende cuando digo que no puede juzgarse a un tipo que por robarte el celular, el auto o $20, te pega dos tiros.
No somos iguales.
Y sin igualdad de principio, la justicia no puede aplicarse.
El tipo que te mata, como lamentablemente no valora su Vida, no tiene la capacidad de valorar la tuya. Y por eso te mata, porque como su Vida no vale, la tuya tampoco.
*
El tipo que te mata por robarte el auto, no valora la Vida.
El tipo matado por resistirse al asalto, tampoco valora la Vida. Valora al auto.
*
¿Quién tiene que ser juzgado?
No somos iguales.
Y sin igualdad de principio, la justicia no puede aplicarse.
El tipo que te mata, como lamentablemente no valora su Vida, no tiene la capacidad de valorar la tuya. Y por eso te mata, porque como su Vida no vale, la tuya tampoco.
*
El tipo que te mata por robarte el auto, no valora la Vida.
El tipo matado por resistirse al asalto, tampoco valora la Vida. Valora al auto.
*
¿Quién tiene que ser juzgado?
4/12/09
Echale la culpa a ¿Georgie?
Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.
3/12/09
Echale la culpa a Labordeta
Me registro los bolsillos desiertos
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.
Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.
¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.
Miguel Labordeta
para saber dónde fueron aquellos sueños.
Invado las estancias vacías
para recoger mis palabras tan lejanamente idas.
Saqueo aparadores antiguos,
viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,
estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,
pero nadie me dice quién fui yo.
Aquellas canciones que tanto amaba
no me explican dónde fueron mis minutos,
y aunque torturo los espejos
con peinados de quince años,
con miradas podridas de cinco años
o quizá de muerto,
nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz
ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía
esculpida en presurosos desayunos,
en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,
mientras los otoños sedimentaban
de pálidas sangres
las bodegas del Ebro.
¿En qué escondidos armarios
guardan los subterráneos ángeles
nuestros restos de nieve nocturna atormentada?
¿Por qué vertientes terribles se despeñan
los corazones de los viejos relojes parados?
¿Dónde encontraremos todo aquello
que éramos en las tardes de los sábados,
cuando el violento secreto de la Vida
era tan sólo
una dulce campana enamorada?
Pues yo registro los bolsillos desiertos
y no encuentro ni un solo minuto mío,
ni una sola mirada en los espejos
que me diga quién fui yo.
Miguel Labordeta
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