30/9/09
26/9/09
Echale la culpa a la botella
Otto está limpio.
Cuando está limpio, puede volver a entrar a casa.
Cuando entra a casa, es feliz.
Es feliz, pero aún permanece inquieto.
Y como está inquieto, le abrimos la puerta suponiendo que quiere salir.
Quiere salir y sale.
Sale a buscar su botella.
Con su botella en la boca vuelve a entrar.
Ya adentro, pero con botella in boca, ahora sí que es un perro feliz.
Juega con una botella desde que tiene memoria. Memoria de perro, pero memoria al fin.
Todos tenemos nuestra botella.
23/9/09
Luz
Y cambié de cielo con la esperanza, claro, que el ánimo cambiara con él.
Dos mil kilómetros de cielo más allá de este acá que no me cerraba y seis meses después de mirar otro cielo, me levanté una mañana, bueno, seguramente ya era el mediodía, ¿para qué engañarnos?, con la certeza, certeza dije, que no abundan, al menos por estos lares, prosiga por favor, con la certeza, viva, de sentir que nada tenía que ver el cielo, o el cambio, en el aire que me rodeaba.
Fue la luz.
Una luz que me trajo nuevamente a Buenos Aires.
Sin esa luz, vaya uno a saber lo que estarían tecleando mis dedos ahora. Quizás nada. Quizás hasta podría haber perdido los dedos en un accidente de trabajo en esa empresa que no conozco pero que podría haber trabajado. El abanico de posibilidades que se cierran cuando uno elige una de ellas es un misterio.
A veces añoro aquel cielo. Pero si somos animales rumiantes de pasados, ¿de qué me sorprendo?.
"Debes cambiar de ánimo, no de cielo".
22/9/09
Echale la culpa al gris
Tengo el privilegio, o la dicha, de poder ir caminando a mi trabajo.
Si pienso que la mayoría de la gente que conozco tiene que tomar un colectivo, un tren y un subte u otro colectivo para llegar al lugar donde pasan la mayoría de su día, entonces sí, soy una privilegiada.
Al mediodía, además, cuento con dos horas para poder irme a comer a casa.
Dos.
En general, a todos nos limosnean una, y que te alcance y sobre.
Acá estoy, de sobremesa, ya comí, y estoy degustando mi cafecito y un pucho.
Miro por la Ventana y me pregunto ¿cómo carajo hago para poder mitigar mis ansias de tirarme a dormir una siesta y poder volver al laburo?
Los días así, de mierda, me tapan el ojo que puede ver los privilegios que me acompañan. Quedo tuerta de felicidad.
En otro orden de cosas, hace unos días he descubierto el sentido de la Vida.
Y es uno solo. Pasarla bien.
Eso.
Que sea un buen paso entonces.
21/9/09
Echale la culpa a los griegos
¿Se lo imaginan? La hierba siempre era verde y las flores nunca morían. No existía el invierno, ¿guardo todas las bufandas?, ni la tierra yerma, ni el hambre ¿guardamos a los pobres?.
La artífice de tanta maravilla era Démeter(1), la cuarta esposa de Zeus(3). No quiero ni pensar lo que debería pagar ese pobre dios de juicios por alimentos...
De este matrimonio nació Core, luego llamada Perséfone(2), el porqué del cambio de nombre, ni idea; una linda piba, malcriada por una madre grande, que solía acercarse a un campo repleto de flores a jugar. Era grande ya, digo, como para andar corriendo por las praderas.
Un día, pasó por allí el temible Hades(4) con su temible carro tirado por sus temibles caballos. Se encandiló con Perséfone y la raptó para llevarla al subsuelo, su territorio. El infierno, que le dicen. O la mismísima vida de algunos sin necesidad de tener que irse para abajo.
Deméter, al no encontrar a su hija y con un antorcha en cada mano, emprendió una peregrinación de nueve días y nueve noches. Al décimo día, el Sol, que todo lo ve, se atrevió a confesarle quién se había llevado a su hija. Re caliente, Démeter mandó a la mierda a todos los dioses y decidió abandonar sus funciones y el Olimpo.
Viajó por toda la tierra, la cual se quedó desolada y sin ningún puto fruto, ni flor ni nada, ya que privada de su mano fecunda, todo se seca y las plantas no crecen. Ante este desastre, a Zeus no le quedó otra que intervenir pero no pudo devolverle la hija a su madre. Es que Perséfone ya había probado el fruto de los infiernos (la granada) y por eso le era imposible abandonar las profundidades y regresar al mundo de los vivos. No entiendo porqué, tampoco, pero bueno, que es un mito. Sin embargo, se pudo llegar a un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre.
O sea, cuando Perséfone regresa con su madre, Démeter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra, con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende al subterráneo, el descontento de su madre se demuestra en la tristeza del otoño y el invierno. Y claro, la madre se queda sola en casa, no tiene con quien quejarse, no la puede llamar ni mandarle mensajitos.
Así se renueva anualmente el ciclo de las estaciones y así explicaban los griegos la sucesión de ellas: el otoño y el invierno son tristes y oscuros como el corazón de Deméter al estar separada de su hija. La alegría y la serenidad retornan cuando vuelve con ella, es decir, cuando comienza la primavera.
Referencias: Los dioses y sus símbolos
(1) Deméter
Diosa de la fecundidad de los campos, la Madre Tierra, diosa del trigo, que proporciona el pan. En la mitología latina es Ceres, que está representada como una digna matrona que porta dos antorchas, símbolo de nacimiento y de luz.
(2) Perséfone
Representa a la primavera. Para los romanos era Proserpina.
(3) Zeus
Padre de los dioses, dueño y señor del cielo.
(4) Hades
Dios de los infiernos que rige en el Tártaro o Mundo de los Muertos.
20/9/09
Echale la culpa a Juarroz II
y callar en algún sitio de otro,
para que el amor no cambie de nombre.
Y callar también
donde ya no hay más sitio.
19/9/09
Echale la culpa a Juarroz
o en el muelle de un puerto tal vez inexistente
o en una tarde clara, sentado a una mesa sin nadie,
se me cayó una parte mía.
No ha dejado ningún hueco.
Es más: pareciera algo que ha llegado
y no algo que se ha ido.
Pero ahora,
en las noches sin lluvia,
en las ciudades sin muelles,
en las mesas sin tardes,
me siento de repente mucho más solo
y no me animo a palparme,
aunque todo parezca estar en su sitio,
quizá todavía un poco más que antes.
Y sospecho que hubiera sido preferible
quedarme en aquella perdida parte mía
y no en este casi todo
que aún sigue sin caer.
18/9/09
Echale la culpa a la soga
17/9/09
Sólo somos solos
No está en el estar.
Es en el ser.
Somos solos.
Sólo somos solos. Aterrador.
Nos hace endiabladamente finitos.
Y algo nos empuja al infinito.
No queremos ser sólo ésto que somos. Tiene que ser algo más.
Y en esa lucha por ser, nos conformamos con un estar.
Estar con otros.
Algo más que nosotros solos.
Y tratamos de anular la angustia del ser, haciéndola pasar como una necesidad del estar.
"No es bueno que el hombre esté solo"
Pero nada dice que el hombre lo sea. No puede enjuiciarse lo que es.
Somos solos. Ni bueno ni malo.
Una simple limitación a nuestro anhelo de infinito, a nuestras ganas de inmortalidad, al impulso de ser algo más que este poquito que somos.
Y se nos va la vida queriendo ser en otros. Malgastada; sin beneficios, porque sólo estamos en otros. No podemos ser en otro.
Ser, sólo se es solo.
Ser o estar, esa es la cuestión.
Y estar es un no ser.
Porque cuando estamos no somos.
Y cuando somos, sólo somos solos.
16/9/09
Echale la culpa a mis dudas
Tiempo después, me propuse no leer. Así, de un día para otro. Durante un año. Voy por el mes nueve. Quería ver como era eso de vivir sin leer, porque lo cierto es que no tengo memoria de Vida sin un libro en la mano.
Ahora mismo, sí, ahorita, me pregunto como sería eso de Vivir sin escribir.
Por ahora, sólo me lo pregunto.
15/9/09
Echale la culpa al cine
Lo disfruto muchísimo. En el cine mismo, en casa o en casas amigas.
Lo que no disfruto, para nada, es que me den opiniones o versiones de películas que aún no he podido ver.
Y lo digo. Y lo aclaro. Y lo explicito.
¡No me cuentes, por favor, que la quiero ver!
Otra cosa que no disfruto, y si nos ponemos exquisitos, mejor digo que algo que detesto con todo mi cuerpo, mi alma y mis entrañas, es que la gente se ponga a nombrar setenta películas que vió y pelar una lista de adjetivos, opiniones y sentencias diversas.
Pero si llego al fondo de mi furia, ella se despierta cuando escucho por décimo cuarta vez, frases como las que siguen.
De Ciudad de Dios: Es muy dura.
De Batman (El caballero de la noche) : El guasón se come la película.
De 9 reinas: El final no te lo esperás.
De La vida es bella: Tristeeeeeeeeeeee.
De El rey león: Es hermosa, pero que se muera el padre, ¡qué golpe bajo!
Tengo más, pero no las incluyo por si alguien más por allí padece de lo mismo.
13/9/09
Continúo sabiendo que el presente blog no prosperará, y aún así, digo.
No soy soltera, no busco novio, ni amantes, ni marido, ni siquiera busco amigos.
No soy una mujer divorciada que hace malabares para criar a sus hijos sola.
No soy una abuela con tiempo libre y ganas de aprender a usar internet.
No soy un poetucho con ansias de publicar al menos en algún lado sus escritos.
No soy un depredador a la caza de innumerables víctimas para sumar a su colección.
No soy un hombre abandonado por dedicarle todo su tiempo a su carrera.
No soy escritora, ni periodista ni poeta, ni sus diversos intentos de serlo.
No soy la indicada para hablar sobre política, futbol ni religión.
Si llegaste al blog buscando algo de todo lo nombrado, te recomiendo que sigas de largo. Hay mucho de todo eso pululando en eso que se ha dado en llamar blogosfera. Mucho y variado.
Soy una mujer común y silvestre.
Quizás más lo segundo que lo primero.